El enclave dejó de recibir gas ruso en diciembre de 2024 y desde entonces enfrenta apagones, muertes y aumentos tarifarios.
El 31 de diciembre del 2024, Transnistria dejó de recibir gas ruso tras la expiración de un contrato con Ucrania. El corte desató una crisis energética en el enclave y en Moldavia, que adquiría parte de la energía eléctrica producida en Transnistria con el gas ruso.
De un momento al otro, los transnistrios se quedaron sin gas, electricidad (producida con ese gas), y en algunos casos, sin agua corriente, además de perder ingresos por la exportación de energía eléctrica a Moldavia. En el primer mes de crisis, al menos tres personas murieron, mientras que la población se enfrentó a cierres de establecimientos educativos y fábricas.
A partir de febrero, la situación se normalizó parcialmente gracias a subsidios de la Unión Europea para que Transnistria obtenga gas a precios de mercado. Debido a que el gas ruso llegaba en forma gratuita, las tarifas subieron 25% en el agua y más del 100% en el gas.
Hacia noviembre del 2025, con la llegada del invierno, la crisis energética empeoró por la falta de pagos. La planta de energía eléctrica se vio forzada a usar carbón, y las principales empresas cerraron sus puertas, dejando a Transnistria paralizada en medio del frío.